Un Día Sin Ti

En términos concretos, un día sin ti no existe, un día sin tu presencia es solo una ilusión. Y desde que te vi o, al menos, desde que mi memoria te recuerda, muy jovencito aún, este mi amor por ti, que siempre fue muy real, se mantuvo oculto bajo la superficie, por muchos años. No fue sino hasta hace un tiempo atrás que salió a flote, y los recuerdos y los hechos, lo acrecentaron enormemente, hasta dejarme abrumado de tanta inspiración, pues aún este escrito lo has inspirado tú.

Siempre me gustaste. Siempre me agradaste. Siempre te miré con asombro, ¡siempre!. Cada vez que te veía, me sentía tan atraído a ti como se atraen los polos opuestos del imán. Mi corazón latía vigorosamente y todo mi ser se encendía febrilmente de pasión. Tengo mucho que describir respecto a ti y un primer pensamiento es que, estaba enamorado de ti desde el principio.

Trato de traer a la memoria cada hecho de mi vida y al hacerlo encuentro que no había lugar donde no te viera. No importaba de qué estuvieras cubierta: ya de cosméticos, ya de óleo o ya de notas musicales. No sé si era tu sencillez, belleza o tu amplia sonrisa, o cualquier otro de tus muchos atributos; pero me llamabas la atención y me atraías hacia ti poderosamente. Cada atributo tuyo me cautivaba y me seducía de forma irresistible: tus muy definidas y contorneadas curvas, tu tersa y fina tez, tu resplandeciente semblante, la mirada de tus profundos y hermosos ojos, los atractivos hoyuelos en tu faz y hasta el romántico sonido imaginario de tu voz llamándome desde siempre, desde antiguo, invariablemente y constantemente.

Hubo un día perdido, un día de aquellos en que no te pensé, en que no te vi, en que creí no tenerte entre mi ser. Ese anhelo de conquistarte, de poseerte, de entenderte y de poder descifrar cada lugar recóndito de tu ser, para poder conocerte más y al conocerte más, poder amarte más. Ese anhelo no llegaba, y me afligí. Fue entonces que sentí que te perdí; fue entonces que cedí al apremio y a la presión y me dije ¡hasta aquí llegué! ¡no más! Y sin embargo, aún en este día sin ti, ciertamente te llevaba en mi corazón, pues debo reconocer que, no te conquisté yo a ti, ¡tú me conquistaste a mí!

El entenderte me costó mucho. Transcurrió año tras año hasta poder lograrte. Pero desde que te logré, ya no dejo de pensar en ti. Y cuando te pienso; te pienso con mayor éxtasis aún; porque este entendimiento y sentimiento que te tengo, son enormes, eternos. Hoy no hay día, ni hora, ni minuto que no te lleve en mis pensamientos. Eres la razón de mi vida y de mi norte. Eres todo en mí. Eres aquello que le da emoción y significado a mis acciones. No tengo otra forma de entender mi existencia. Sin ti no hay vida. Sin ti soy nada.

Recuerdo con mucha emoción las veces y los innumerables momentos en que, al mirarte y al observarte; tu figura y tu apariencia se doblegaban a mis sutiles y delicados toques; por eso es que me ocupo de ti, pues con suavidad y con amor te trato para darle forma a tu alma; por eso te trabajo, para extraer lo mejor de ti y darle color a tu piel y; por eso te transpiro con denodado esfuerzo, para exponer tus prominentes curvas, finas franjas e irreprochable elegancia a la vista de todo un mundo que anhela ver una obra de arte, que impacta, que emociona y que llena de estupor el ser. Mi mayor anhelo es pulir tus imperfecciones, entresacar lo precioso de lo vano, hacerte perfecta y que te sientas totalmente completa; de tal modo que, cuando te ponga en vitrina y te exhiba, todos los que te vean me digan: Dennis, ¡qué hermoso tallado! ¿Cuánto vale? ¡¡¡LO QUIERO!!!

30/12/2018

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