UNA FORMA DE VER LA VIDA
Mi interés por el arte lo llevo en el ADN: mi padre es escritor y poeta y mi madre confeccionista y diseñadora de hermosos trajes (actualmente mi madre ya no se dedica a ello por su avanzada edad); como resultado de ello, heredé este particular talento el cual he desarrollado por muchos años de manera constante y autodidacta.
A lo largo de estos 27 años como escultor en madera, he tenido la oportunidad de conocer y admirar la belleza de los paisajes de nuestro país que luego he logrado recrear en mis tallados.
La madera, cualquiera que esta sea, transmite sensaciones variadas per se debido a su calidad táctil y a la rugosidad o suavidad de sus fibras, de modo que, forjar la madera para plasmar las ideas en imágenes esculpiendo las enrevesadas perspectivas, se vuelve muy significativo cuando se hace arte y más aún cuando la madera hecha arte, se conecta con el público generando reacciones y recuerdos en sus mentes.
Esta singular conexión se logra si existe entre el público y el artista una suerte de familiarización como lo es en mi caso; esta familiarización es un elemento comunitario clave para captar, aprehender y transmitir cultura, sentimientos e identidad nacional contemplando, percibiendo y analizando los elementos de la obra dentro de un espacio dialógico, espacio que me brinda la oportunidad de advertir y confluir en las emociones que afloran de la relación íntima que se genera entre el público y la obra.
El eje de mi propuesta se manifiesta en las expresiones y/o comentarios de mis seguidores, mayormente en las redes sociales. Mis obras (algunas de ellos basadas en pueblos remotos de nuestro país, paisajes, espacios familiares como una calle, una casa, una cocina rural, etcétera) versan sobre mi forma de ver la vida e intento que cada pieza comunique, conecte, vincule y se convierta en un vehículo de:
- expresión emocional o catártico (´este tallado es el que más me emocionó´),
- reconciliación con el pasado (´recordar es vivir nuevamente esos momentos y este tallado refleja esos lugares tan hermosos y pintorescos´),
- revalorización de nuestra cultura y sentimiento patriótico (´me recuerda varias casas en la serranía….gente de empuje y coraje, es un homenaje a ellos´, ´es una obra de arte y obra maestra, que orgullo como peruana´),
- reconocimiento de espacios físicos y/o geográficos (´recordar es vivir nuevamente esos momentos y este tallado refleja esos lugares tan hermosos y pintorescos´),
- evocación de momentos de la infancia vivida (´Mi niñez en casa de mi mamá Elina´),
- retomar costumbres abandonadas (´me da ganas de viajar y comer en platito de barro´).
Además de olores, colores y formas, agitando e inquietando la mente y confrontando al espectador a una dinámica introspectiva en su ser.
Estos y otros comentarios similares me confrontan de forma permanente con el desafío de sintetizar las formas y el estilo. El trabajo de un artista es en el aislamiento, en solitario, es en ese tiempo en el que se define un lenguaje propio que obre desde la vulnerabilidad de las emociones al exponerse a frustración, fracaso, error, en abundancia de percepciones e impresiones.
Este frenesí me obliga a postergar todo en derredor, a sumergirme en la profundidad de mi ser y estar en permanente comunicación con la materia para plasmar un tema que dé forma y exteriorice mis sentimientos, que recree la realidad y que finalmente me conduzca al deleite y el gozo por el desafío logrado, en la esperanza de que el talento sea la autoridad que defina el concepto de belleza de cada una de mis obras.
31/05/2018